13 septiembre 2025 · hace 11 h

El Fantasma del FMI: Un Grito de Auxilio entre la Recesión y el Federalismo

· Fuente: haceminutos.com
El Fantasma del FMI: Un Grito de Auxilio entre la Recesión y el Federalismo
En un momento de profunda fragilidad política y económica, el Gobierno argentino ha vuelto a llamar a una puerta que muchos esperaban no volver a cruzar: la del Fondo Monetario Internacional (FMI). La súplica de un nuevo auxilio financiero llega en el contexto de una recesión que se profundiza y, lo que es aún más peligroso, una guerra sin cuartel con los gobernadores provinciales. Esta tormenta perfecta, alimentada por una derrota electoral que erosionó el capital político del oficialismo, ha puesto al descubierto las fracturas más profundas del federalismo fiscal argentino, en un escenario donde un antiguo y olvidado antecedente legal resuena con fuerza, dificultando cualquier posibilidad de acuerdo.

El eco de la crisis no es solo económico, sino también político. Tras los resultados en las urnas, el Gobierno se vio obligado a reconocer que su plan de austeridad radical, si bien contaba con el apoyo de un segmento de la sociedad, no tenía la mayoría política para imponerse sin negociar. Sin la Ley Ómnibus, que pretendía ser el cimiento de la reforma estructural, la administración se encuentra con las manos atadas, sin herramientas legislativas clave para avanzar en su agenda. Esta debilidad es el motor del grito de auxilio al FMI. No se trata de un pedido de fondos para engrosar las reservas del Banco Central, sino de un pedido de legitimidad y confianza. El Gobierno busca un respaldo internacional que le sirva como salvavidas ante los mercados y como señal de que, a pesar de las turbulencias internas, el rumbo económico no ha cambiado.

La Receta Imposible: El Gobierno acude al FMI, asfixiado por los gobernadores
El panorama económico no ofrece consuelo. Con la inflación todavía en niveles elevados, una recesión que golpea a la industria y al consumo, y un cierre del acceso al crédito internacional, el Gobierno enfrenta un dilema sin precedentes. La política de ajuste fiscal, que se basa en el recorte de gastos, ha chocado de frente con las estructuras de poder del federalismo. La decisión de cortar discrecionalmente las transferencias a las provincias, de eliminar los subsidios al transporte y de reducir los fondos para obra pública ha sido interpretada por los gobernadores como una declaración de guerra.

Este conflicto no es una simple disputa partidaria; es una batalla por el control de los recursos y el poder de gobernar. Los gobernadores, sin importar su color político, han formado un frente común para defender sus arcas provinciales, argumentando que los recortes del Gobierno central están ahogando las economías regionales y limitando la capacidad de los estados para ofrecer servicios básicos a sus ciudadanos. La tensión ha escalado a tal punto que los gobernadores han amenazado con bloquear la aprobación de cualquier ley en el Congreso que el Gobierno necesite para avanzar en su plan, paralizando de facto el funcionamiento legislativo del país.

Este es el dilema que el FMI debe resolver. El Fondo, por su mandato, exige un plan de estabilización fiscal creíble, que asegure que el país puede honrar sus deudas. Pero la estabilidad fiscal en Argentina es imposible sin la cooperación de las provincias, que manejan una porción significativa del gasto público. El FMI se encuentra atrapado en medio de un conflicto interno, con un Gobierno que promete un ajuste que no puede implementar sin el apoyo de los gobernadores, y con unos gobernadores que se niegan a cooperar. Cualquier acuerdo que se firme en este contexto estará condenado al fracaso si no cuenta con el respaldo de las provincias.

El Antecedente Lisandro Catalán: La Lección Olvidada que Complica el Acuerdo
En este tenso escenario, el nombre de Lisandro Catalán ha emergido de los anaqueles de la historia argentina. Aunque desconocido para la mayoría, el caso de Catalán es un antecedente legal que resuena con una actualidad asombrosa y que dificulta aún más la posición del Gobierno en su negociación con el FMI y los gobernadores. Lisandro Catalán, un jurista y político del siglo pasado, fue un ferviente defensor del federalismo y sus acciones sentaron un precedente que hoy, casi cien años después, se invoca para defender los derechos de las provincias.

El antecedente al que se refieren los gobernadores es un fallo de la Corte Suprema en la década de 1930, en el cual Catalán, como abogado de la provincia de Mendoza, logró un pronunciamiento histórico. La Corte falló a favor de Mendoza, estableciendo que el Gobierno federal no puede retener de forma unilateral y discrecional los fondos de coparticipación que les corresponden a las provincias. El fallo de la Corte, que marcó un hito en la historia del federalismo fiscal en Argentina, dictaminó que la coparticipación no es una dádiva del Gobierno central, sino un derecho de las provincias, que tienen la obligación de financiar sus propios servicios y que no pueden ser asfixiadas financieramente por el poder central.

Este precedente ha sido invocado por los gobernadores en sus recientes comunicados y en sus reuniones con el Gobierno. La lección de Catalán, que enseña que el federalismo es un pacto de convivencia y no un simple mecanismo de control, es hoy el principal argumento legal de las provincias para rechazar los recortes unilaterales del Gobierno. Este antecedente histórico es un dolor de cabeza para el Gobierno en su negociación con el FMI, porque el Fondo no solo necesita ver un plan de ajuste en el papel, sino que necesita un respaldo político y legal que asegure que ese plan será implementado. La oposición de los gobernadores, respaldada por un fallo histórico, hace que cualquier promesa de ajuste fiscal parezca poco creíble.

El Dilema del FMI y el Camino a la Inestabilidad
La situación es, en esencia, un dilema insoluble. El Gobierno necesita un acuerdo con el FMI para estabilizar la economía, pero el FMI necesita que el Gobierno demuestre que puede controlar sus propias finanzas y las de las provincias. El acuerdo con el Fondo, que debería ser un punto de partida para la estabilidad, podría convertirse en un nuevo capítulo de la inestabilidad argentina si no se resuelve el conflicto con las provincias.

La lección es clara: en un país federal, el poder central no puede gobernar solo. Las provincias, y sus gobernadores, son actores clave del sistema, y cualquier plan que los ignore está destinado al fracaso. El fantasma del FMI, que persigue a Argentina desde hace décadas, hoy se encuentra atrapado en el laberinto del federalismo fiscal. Y la salida, como en todas las tragedias griegas, no parece estar a la vista.