15 septiembre 2025 · hace 4 h

La peligrosa retórica de la violencia política: el doble estándar de Trump y un país al límite

· Fuente: haceminutos.com
La peligrosa retórica de la violencia política: el doble estándar de Trump y un país al límite
En un panorama político cada vez más polarizado, donde cada palabra parece tener el peso de un proyectil, las afirmaciones del presidente Donald Trump sobre la violencia política en Estados Unidos han desatado una nueva y tensa controversia. Tras el asesinato del activista conservador Charlie Kirk, Trump no dudó en culpar a la "izquierda radical", ignorando los numerosos incidentes de violencia perpetrados por sus propios partidarios. Este tipo de retórica, que atribuye la violencia a un solo lado del espectro político y omite la propia, no solo es históricamente inexacta, sino que contribuye a un ciclo de hostilidad que amenaza con desestabilizar la democracia estadounidense.

El contexto de la acusación: un asesinato y una respuesta inmediata
El asesinato de Charlie Kirk fue un evento trágico que conmocionó a la nación. En lugar de emitir un llamado a la unidad, el presidente Trump aprovechó el momento para lanzar un ataque directo contra la izquierda. En un discurso desde la Oficina Oval, afirmó que la retórica de la "izquierda radical" es directamente responsable del "terrorismo que estamos viendo en nuestro país hoy". Esta declaración fue hecha antes de que se identificara al sospechoso, Tyler Robinson, y mucho menos se conocieran sus motivaciones. La rapidez con la que se asignó la culpa ilustra un patrón de comportamiento que ha caracterizado la presidencia de Trump: utilizar cualquier incidente, sin importar la evidencia, para reforzar su narrativa política.

El presidente enumeró una serie de incidentes que, según él, prueban su punto: el intento de asesinato contra él mismo en un mitin, el asesinato del CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson, y el tiroteo en 2017 contra el congresista republicano Steve Scalise. Al hacerlo, omitió selectivamente otros actos de violencia política, como el asesinato de la legisladora demócrata de Minnesota, Melissa Hortman, y su esposo, el ataque al esposo de la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, o los disturbios del 6 de enero en el Capitolio. Esta omisión deliberada pinta un cuadro unilateral de la violencia, sugiriendo que solo existe en un lado del espectro político.

La evidencia de la realidad: ¿quién es el principal autor de la violencia?
La afirmación de que la violencia política es un problema exclusivo de la izquierda no está respaldada por los datos. De hecho, los estudios y análisis de las agencias federales y los centros de investigación independientes sugieren lo contrario. Según un análisis de la ONG Cato Institute, desde 2020, los terroristas de derecha son responsables de más de la mitad de los asesinatos por motivos políticos en Estados Unidos. El mismo estudio indica que los extremistas de izquierda son responsables de una porción significativamente menor de estas muertes. Otro análisis del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) concluye que, desde 1994, los ataques y complots de derecha han constituido la mayoría de todos los incidentes terroristas en el país, superando con creces a los de la izquierda.

Estos datos contradicen directamente la narrativa de Trump. Si bien es cierto que la izquierda ha tenido sus propios episodios de violencia (como las protestas del movimiento "Black Lives Matter" que derivaron en disturbios y daños a la propiedad), los actos más letales y sistemáticos han provenido históricamente de grupos de extrema derecha, motivados por ideologías supremacistas blancas, anti-inmigrantes y anti-gobierno.

La retórica de Trump no es una simple opinión; es una herramienta política. Al culpar exclusivamente a la izquierda, desvía la atención de la violencia perpetrada por sus propios partidarios y legitima la hostilidad contra sus oponentes. Su decisión de indultar a los implicados en el asalto al Capitolio del 6 de enero es otro claro ejemplo de este doble estándar: mientras condena la violencia cuando va dirigida a su bando, la perdona y, en cierto modo, la justifica cuando es cometida por los suyos.

El ciclo de la retórica y la violencia: una espiral sin fin
La relación entre la retórica de un líder político y la violencia de sus seguidores es un tema ampliamente estudiado por los expertos. Cuando una figura de autoridad utiliza un lenguaje incendiario, deshumaniza a sus oponentes y promueve la idea de que la democracia está en peligro, crea un caldo de cultivo para la violencia. El lenguaje violento no existe en un vacío; se alimenta de los medios de comunicación y las redes sociales, donde los algoritmos de las plataformas recompensan la indignación y la polarización.

La afirmación de Trump de que la "izquierda radical" es un problema es, en sí misma, una forma de retórica que incita a la violencia. Al crear una división entre "nosotros" y "ellos", el presidente pinta a sus oponentes no como rivales políticos, sino como enemigos existenciales. Esto justifica la violencia en la mente de aquellos que ya están al borde de la radicalización, quienes ven el acto de violencia no como un crimen, sino como una defensa de la nación o de su "modo de vida".

La violencia política, independientemente de quién la cometa, es un ataque al corazón de la democracia. Si los líderes de ambos lados del espectro político no son capaces de condenarla de manera uniforme y consistente, la espiral de hostilidad continuará. La afirmación de Trump de que la violencia es un problema de la izquierda no solo es una falsedad, sino que es una negación de la responsabilidad. En un momento en que el país necesita desesperadamente un llamado a la unidad, la retórica del presidente solo añade más leña al fuego de la división.